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La Semana Santa no sólo es sinónimo de procesiones, sino que también es una época donde destaca la gastronomía.
Canela, limón, anís estrellado, azúcar… Se fusionan en nuestra mente y nos despiertan el apetito a la vez que las ganas de primavera y calles florecidas.
Por ello, hemos preparado un post capaz de evocar esta época y hacerte la boca agua, ¿nos lees?
Cada año, con la llegada de la Semana Santa, aparece en nuestra memoria el olor de los platos caseros que hemos compartido tradicionalmente en familia.
Cuando llega la Cuaresma, cada familia recupera platos tradicionales como las espinacas con garbanzos o el bacalao con tomate. Siempre elaboraciones caseras y llenas de cariño pero exentas de carne y derivados cárnicos.
El principal motivo de la elaboración de guisos sin carnes es por la necesidad de sustituir las carnes en los períodos de vigilia religiosa, en los que anteriormente no se podía comer este alimento durante la Cuaresma como acto de ofrenda a Dios.
Uno de los platos tradicionales de la Semana Santa son los dulces. Las torrijas y los pestiños son las recetas más elaboradas, especialmente en el sur.
Además, todo apunta a que pueden remontarse al s.XVI. Al parecer, que podrían tener un origen andalusí al estar emparentados con los Shebbakiya, unos dulces típicos de Marruecos y Turquía realizados con tiras de pasta de miel recubiertas de sésamo, que se elaboran con semillas de anís en su interior. Éstos se cocinan también durante el Ramadán, por lo que además coincidirían en su trasfondo religioso.
¿Y tú, con qué plato te quedas?