Auténtico sabor a México

Cuando pensamos en montar nuestro propio menú mexicano la mente se nos va directa a los nachos con guacamole y a las quesadillas con pico de gallo, pero, ¿sabíais que la cocina mexicana es mucho más que eso?

¡Os damos algunos trucos!

Un bocado muy auténtico, el mole poblano

En una olla grande, ponemos una pieza de pavo en cuatro trozos, agua, 4 dientes de ajo, cebolla y una pizca de sal. Cuando comience a hervir, tapamos y cocemos a fuego lento durante 1 hora o hasta que el pavo este tierno. Escurrimos y reservamos el caldo.

Para hacer el mole, calentamos 2 cucharadas de aceite en sartén, añadimos chiles y los salteamos de 1 a 2 minutos. Los pasamos a un recipiente y los dejamos remojando en agua caliente durante 30 minutos. Tras esto, los escurrimos, molemos y reservamos. Asamos unos chiles chipotle y unos tomates. Lo pelamos y molemos.

En el mismo aceite que se saltearon los chiles, pasamos la cebolla y los 10 dientes de ajo hasta que estén transparentes con textura de puré. Salteamos unas almendras durante 5 minutos en el mismo aceite y añadimos unos cacahuates, clavos, pimienta, canela, y semillas de anís, durante 3 minutos más. Molemos todo con unas pasas.

Calentamos una taza de aceite en una cacerola grande. Agregamos todos los ingredientes anteriores previamente molidos y cocemos durante 5 minutos, removiendo. Añadimos un poco de chocolate, azúcar y seguimos removiendo. Cuando la mezcla hierva, añadir 1 litro del caldo de pavo. Tapar y seguir cociendo a fuego lento durante 20 minutos.

Por último, agregar las piezas de pavo, tapar y cocer a fuego medio durante 10 minutos. Mientras tanto, tostar un poco de ajonjolí o semillas de sésamo en un sartén a fuego medio hasta que adquiera un tono dorado.

¿Os atrevéis a acompañarlo con unos chicken nachos?

Un postre propio del DF

Las alegrías se encuentran en la mayoría de los mercados mexicanos. Son elaborados a base de amaranto, una planta de flores aterciopeladas cuyas semillas, que son un cereal, se aprovechan junto con la miel, para elaborar las ya tradicionales alegrías.

En un cazo se ponen a fuego medio agua, azúcar y miel, removiendo con una cuchara; se deja hervir hasta que la miel que se forma tome punto de hebra, entonces se saca del fuego y se le añade el amaranto; esto se mezcla muy bien con una cuchara hasta formar una pasta.

Se coloca una tabla de madera bien limpia y húmeda, se hacen bolas y se aplastan con la pasta y se prensan con círculos de madera o con unos platitos. Luego se sacan y se dejan enfriar completamente.

Y tú, ¿cuándo te animarás a adéntrate en esta fascinante gastronomía?